Música para colorear (Billie Eillish, Jiro Inagaki, Opeth, Hotline Miami)
Te cuento qué discos estuve escuchando mientras realizo una de mis actividades favoritas: pintar.
Salir de la matrix. Esa es una de mis actuales preocupaciones.
Quizás suene un tanto ridículo, pero desde hace tiempo que vengo sintiendo una especie de prisión (adictiva) a causa de las redes sociales. Es decir, cada vez (me) es más difícil poner límites y dejar de consumir tanta pantalla, reels, stories, etc. Y lo que es peor: las redes sociales se volvieron aburridas, premeditadas y todo lleva a que estemos inmersos en una bola de consumo, porque las empresas y los negocios digitales, que nos escuchan, nos ofrecen todo el tiempo aquello que supuestamente necesitamos. Como usuarios, pareciera que solo queremos comprar cosas.
¿Dónde quedó la creatividad? ¿Por qué ya (casi) nadie comparte fotos en el feed de Instagram? ¿Realmente las stories, reels, shorts, etc. son interesantes? ¿Las redes sociales siguen siendo funcionales a la hora de crear y construis vínculos? ¿Aún podemos diferenciar las “creatividades” artísticas inventadas por una IA, a la de un humano? ¿Es mejor el arte creado por las máquinas? ¿Las IA tomarán el control?
¿Se puede salir de la matrix?
Una de las prácticas que me funcionó para dejar el celular (más precisamente, las redes sociales), fue volver a colorear. Tomar imágenes, imprimirlas y darles vida con colores. Podríamos decir que es un retorno a las actividades manuales: algo que implique ejecutar una acción específica, cuya concentración este puesta solo en eso que estamos haciendo. Lo mismo con los oficios milenarios: también me funcionó incursionar en la serigrafia y el diseño de muebles para carpinteria. Todas estas labores exigen tener las manos ocupadas y el lugar del celular queda reducido a ser utilizado como una herramienta más (en mi caso, para tomar de referencia imágenes de Pinterest o editar alguna que otra cosa).
En síntesis, si se puede salir realmente de la matrix (o, en todo caso, la pregunta sería a qué costo), me ánimo afirmar que es a través de las actividades que impliquen cierta manualidad y concentración (oficios, hobbys, etc.); también puede funcionar algo tan simple como salir a caminar, a la par de intentar (casi que en forma de hábito) reducir conscientemente el tiempo de exposición a las redes sociales. Si te interesan todos estos temas, te recomiendo fuertemente que sigas y leas todo lo que está produciendo Stephen Moore en su Substrack Trend Mill.
Volviendo al asunto de los colores, desde hace unas semanas, todas las noches antes de dormir pinto imágenes y juego con las distintas tonalidades de mis lápices para darle vida a los dibujos e ilustraciones que elijo para colorear. Una especie de revancha a mi niñez: esta vez como un adulto con ingresos y que puede gastar dinero en artículos caros de librería. Y, por supuesto, como esto es un blog de música, dejo de fondo mi lista de discos para escuchar durante esas sesiones de coloreo.
Por ello, en esta entrada, antes de que se termine este otoño imperdonable, te cuento cuáles fueron los álbumes que estuve escuchando.
Billie Eillish - HIT ME HARD AND SOFT (2024, Darkroom/Interscope records)
Volvió Billie y en un año donde algunas de las grandes figuras mujeres han sacado nuevo material (Dua Lipa, Taylor Swift, Beyoncé). Nuevamente con su hermano Finneas como productor y co-compositor (en una de las duplas más exitosas de los últimos años), la joven cantante vuelve con un álbum que carga con el peso del éxito, si es que los anteriores no lo habían tenido que soportar. Me animo a decir que HIT ME HARD AND SOFT, al igual de Happier Than Ever (2021), viene a proponer otro tipo de relación entre música y oyente. Es decir, ya desde “Skinny” la joven cantante establece una cuestión de “relajate y entregate a escuchar este álbum”. No es un disco para las discotecas, sino que se trata de un viaje musical, el de Billie, cuya manifestación lírica sigue desarrollando las reflexiones de una artista que con tan solo 22 años (!) saborea las mieles del éxito, pero aún con mucho por descubrir, ya sea desde la sexualidad, los desenlaces entre amores, convivir con las presiones de ser una celebridad y todo lo que ello conlleva y, de alguna manera, la búsqueda de una paz interior. Por supuesto, todo ello se relaciona fuertemente con la música y todas las variantes de estilos entre canción y canción. Hay downtempo, electric jazz, house, folk pop, synthwave, entre otros. En todo el disco se percibe un eco de relajación, lo que podríamos denominar como “chill mood”, y no es nada menor al tratarse de una artista que viene ganando cuanto premio se le ponga por delante y que carga con todas las miradas que vienen con ese prestigio. No sé qué lugar ocupará este disco en las listas de fin de año y en la todavía breve discografía de la artista veinteañera. Sea cual fuere, el presente de Billie sigue siendo igual de excitante y ojalá nunca acabe. (Mención aparte merece “Birds of feather”: una de las canciones más hermosas de los últimos años y digna sucesora de The Cramberries).
Opeth - Watershed (2008, Roadrunners Records)
Se podría decir que Watershed es el disco de “oficio” de Opeth. Es un álbum que viene a reafirmar todo lo que la banda sueca es y fue, con grandísimas composiciones cada vez más complejas (musical e instrumentalmente hablando), pero que de alguna manera propone necesariamente nada nuevo. En otras palabras, es Opeth siendo Opeth, repitiendo formulas y patrones, pero no por ello se trata de un mal disco. Todo lo contrario. Estamos en presencia de un gran, gran álbum y hasta me animo a decir que Watershed tiene una de las mejores ejecuciones instrumentales que alguna vez registraron los suecos. Desde hacía mucho tiempo que no escuchaba este disco y volver a él fue encontrar un puñado de canciones increíbles, ambiciosas y reconfortantes, lo mejor del death metal más pesado y la refinación más bella del progresivo/folk, más allá de que se sienta un cierto aire de repetición. En alguna vieja entrevista, Mikael Akerfeldt declaro que este álbum fue un trabajo sencillo, en el sentido de que los riesgos fueron pocos, pero que sirvió para asentar a los por entonces nuevos integrantes (Fredrik Åkesson y Martin “Axe” Axenrot) y que estableció definitivamente a Opeth como uno de los nombres más importantes del metal del siglo XXI. No dejen de escuchar “Heir Apparent” (la última canción deathmetalera), la increíble “The Lotus Eater”, la bella “Burden” y la espectacular “Hessian Peel”, un homenaje a la escena progresiva musical de los 70’s.
Jiro Inagaki and His Soul Media - FUNKY STUFF (1975, Columbia)
El 18 de enero de 2024, falleció a los 91 años Jiro Inagaki, el saxofonista japónes. Es curiosa la figura de Inagaki, ya que su música estuvo por fuera de los radares del canon musical, pero con un nivel digno de cualquier grande del jazz. Se trata de un músico del cual es difícil encontrar información detallada (imagínate que su wiki está solo en japonés y aún así no abunda en detalles), salvo algún que otro artículo publicado en medios dispersos, pero no mucho más que eso. Por ello, y con más razón, la música del saxofonista es lo que más resuena y, de alguna manera, habla por él. Según cuentan esas breves notas, Inagaki viajó a los Estados Unidos en la década del 60 y quedó fascinado por la movida del jazz local que no temía mezclar géneros. Un jazz sin límites. Esta anécdota tiene sentido cuando se escuchan los discos de Jiro porque en ellos hay un diálogo constante entre las distintas disciplinas musicales que florecieron a partir de los años 60’s. Por supuesto, todo bajo la base del jazz. En Funky Stuff, uno de los mejores discos de su Soul Media, hay jazz, funk, disco, rock, fusion, todo encapsulado en una ejecución instrumental que cualquier músico de sobrenombre envidiaría. Afortunadamente, cada vez es más sencillo acceder al catálogo de Inagaki en las plataformas de streaming e, incluso, hacerce con las re ediciones de vinilos. Celebremos y escuchemos la música del maestro Jiro que es lo que importa.
Hotline Miami - Official Soundtrack (2017, LACED records)
Descubrí que cada vez más incluyo en mi lista de reproducción soundtracks de videojuegos. Quizás en algún momento escriba algo al respecto. Si bien mi intención no es hablar plenamente de playlist, si vale decir que siguen siendo una herramienta valiosa para descubrir música y, en mi caso, me ayudó a destapar muchísimos proyectos musicales, todas épocas, de todos los estilos. La OST del Hotline Miami es una gran playlist. Con una curaduria de más de veinte canciones, todas bajo el manto de la retrowave, synthwave, ondas eléctrónicas expansivas, la música de Hotline Miami va más allá de que las canciones tengan que ver explicitamente con el arco narrativo del juego y toda la cuestión lúdica: la ordenación de los tracks tienen una lógica de inmersión que pasa por distintos niveles de excitación musical. El comienzo con “Horse Steppin’ “ de Sun Araw y “Paris” de M.O.O.N (el mejor descubrimiento que vas a tener en tu vida, te lo aseguro), da a las claras de lo efervescente, psicodélico y enérgico que va a ser este soundtrack. Si jugas videojuegos y aún no conoces Hotline Miami, no te pierdas esta maravila indie de la década pasada. Y mucho menos su increíble OST.
La seguimos.
N.